sábado, 26 de septiembre de 2009

LA FOTO.

En esa foto de cristal roto sólo estás tú.
El marco está astillado,
el color, descolorido,
los contornos, desdibujados,
el soporte deshecho.
Sólo estás tú.

AnQuinFer.

LA BUSCO... un poco más de no se qué.



La busco detrás de las puertas,
debajo del sillón de la siesta,
arriba de las casas ,
en los tejados blanquedos por
la ropa al sol.
En lo mares y océanos profundos
de playas lejanas y solitarias,
en el vuelo de las aves sin rumbo
que buscan la miaja de pan fortuita,
En las basuras, montañas de ya no lo quiero,
no sirve para nada,
papeles que envolvían el deseo,
En las luces alineadas de las farolas
que franquean las calles principales
de pueblos y ciudades.
La busco en cada mirada,
gesto que conforma el dificil mundo de las relaciones sociales,
Grito...espero, solo lamento.
me averguenzo de hallarme gastando chillando,
busco respuestas y la gente,
mundo cruel, solo me lanza preguntas.
¡ Malditos seáis!.



AnQuinFer.

viernes, 21 de agosto de 2009

EL CASO DEL BUITRE LEONADO.

Los buitres carroñeros han hecho correr ríos de tinta. Un señor mayor en un día de mayo de un pueblo de la Bahía de Cádiz llegó a contarme una historia que me hizo estremecer. Una pareja de pequeños conejitos tuvieron la necesidad de mudarse de madriguera, la antigua, construida hacía años y usada otros tantos más, se había anegado a causa del sistema de riego de la parcela donde se ubicaba. El conejo macho, haciéndo alarde de su saber en la vida, cojeando y moviéndose tórpemente, convino construir su nueva casa al abrigo de un barranco escarpado, debajo de un saliente de rocas. La coneja, aún no tan débil, se percató de ciertos moviemientos extraños, ruido de aleteos, sombras, precipitación de plumas y excrementos sobre el lugar designado por su pareja para la construcción del nuevo hogar, la lumbre definitiva antes del viaje definitivo. Sin embargo, a pesar de las advertencias de la señora coneja, habitaron la madriguera hasta que el corazón del viejo conejo dejó de latir en los albores del verano. En la soledad de la noche, la vieja coneja, desprotejida y asumida en una honda tristeza por la desaparición de su amado, recibió la visita de tres enormes sombras. El pequeño animalillo, asustado, intentó arrinconarse en lo más profundo del agujero pero la sombra mayor la atrapó con sus garras. Frente a ella tenía tres pajarracos de gran tamaño con los picos impregnados de sangre, rodeándoles el cuello tres collares de plumas blancas... ¡ Su pareja había construído la nueva madriguera bajo la mayor buitrera de la comarca!. El buitre mayor abrió su pico y le dijo: - conejita...pareces más sabrosa que tu anciano marido, al fin y al cabo él ya no pudo defenderse cuando nos lo comimos, ¡estaba muerto!...jejeje-. Te propongo un trato, continuó diciendo, -te cuidaremos día tras día, repararemos tu madriguera cuando lo necesites, buscaremos la comida por tí en la campiña y alejaremos a otros depredadores de tí mientras vivas...a cambio, cuando mueras, serás alimento de nuestras crías tu madriguera será nuestra futura despensa para cuando lleguen los malos tiempos...-. La coneja con los ojos desencajados y a la vez moviendo su colita al atisbar la solución a su soledad y desamparo reguntó que habían hecho con el cadáver de su marido. -nos lo hemos comido sin tu permiso, emprezando por sus ojos, acabando por los pelos...no hemos dejado nada...ni un triste recuerdo de su paso por este mundo, jejejej- , la conejita aterrada aceptó el acuerdo, le repugnaba la idea de morir sin ojos y ser deborada viva por los crueles animales alados.
Un buen día, una poderosa sequía se desató. Asoló los campos durante meses y todos los animales de la región se vieron obligados a emigrar. Al principio, miles de bichos aparecían muertos para el festín de los habitantes de la buitrera. A medida que iba pasando el tiempo la escasez de alimentos se hacía más acuciante. El pequeño de los buitres merodeaba para ver si la coneja estiraba la pata para no tener que buscarle el alimento que le prometieron, tenían hambre y la coneja no moría. Una mañana la madriguera amaneció vacía y el buitre mayor desvanecido de placer con el buche lleno y el pico manchado de restos orgánicos y pelo de conejo. En el suelo los restos entreabiertos de uno de los ojos de la señora coneja. Al verlo, sus compañeros retozando del placer del banquete, y al haber roto el pacto, sin mediar palabra empezaron a atacarle. El pequeño de los buitres le picoteaba los ojos hasta que los sacó de sus órbitas mientras que el mediano le introducía el pico en la barriga y se tragaba las entrañas. Cuando terminaron con el buitre mayor se miraron con ansias de deborarse mutuamente debido al un hambre atroz tras habérseles abierto el apetito. Se pelearon hasta la muerte y el pequeño ganó la batalla, deboró a su amigo reventando a las pocas horas por la cantidad de carne ingerida y por el asco que el produjo el pensar que se había tragado a sus semejantes, a sus hermanos de sangre.
Que cada cual saque sus conclusiones, ¿Quién no ha visto alguna vez a uno de estos animales merodeando por una madriguera?.

AnQuinFer.

jueves, 16 de julio de 2009

Mi tortuga, galápago hermano.

Mi tortuga, que no es sino un galápago de oreja roja, me inspira cierto mimetismo cinético y, a veces, me da por imitarla cuando come.
Alguien en una tienda ambulante de un pueblo costero me dijo una vez al tocar uno de estos animales de cerámica: -¿sigue usted la filosofía de la tortuga?-, yo para seguierle la supuesta broma le contesté que sí, por su puesto. Ella, ni corta ni perezosa, me afirmó que la seguía al pie de la letra; -Son lentas, duras, pero al final llegan donde se han propuesto-. Que cada cual saque sus propias conclusiones. Al final no compré el adorno con forma de caparazón decidí quedarme con la filosofía que no se toca pero puede llegar a palparse.

ÁnQuinFer.

sábado, 11 de julio de 2009

El otro once de septiembre.


La otra cara de aquel once de septiembre tiene rostro de árbol desangrado por la sierra mecánica, faz de pederasta que no sacia su instinto destructivo, de efecto invernadero derritiendo los hielos milenarios, de abuelo abandonado en la calle de cualquier gran urbe, de corrupción política al son del ladrillo, del tipo de interés que crece para hundir a las familias, de lobo con uniforme que mata al otro con uniforme pero menos lobo, de incomprendido inencajable en la sociedad que lo sustenta, de amor no correspondido, de odio al que viene de fuera buscando el calor de dentro, de gritos y voces que dicen lo mismo y, sin embargo, se enfrentan, tiene rostro de transgénico que muta a la sabia naturaleza, de bulling, de burning, de moving, de niños pequeños con kalasmikóv, de ira profunda de una mártir con cinturón de explosivos, de mafia rusa, chilena o cubana, de puritanismo hipócrita y oportunista, tiene aspecto de dictador amigo y de tirano enemigo, de democracia demagogiada, de rico indiferente, de agua sucia de mares y océanos, de bombilla fundida y nunca repuesta, de cáncer, sida o alzehimer, tiene tintes de película mala, de bestseller que defrauda, del que es esperado y nunca llega, de abandonado o abandonada después de la pasión, de compro por que estoy triste, de adelgazo por imperativo del espejo, de tradición perdida en el tiempo, de pesadilla interminable en una fría noche de invierno, de hombre que mata a su mujer por celos, de muerte en carretera en fin de semana, de hambre en el mundo globalizado, de crucifijo de lujo de oro y diamantes, de megalópolis de rostros desconocidos, de hippie con dinero, de trabajador sumiso, de fiesta sorpresa descubierta en preparación, de complejo de inferioridad, de ególatras egocéntricos egoístas, de complejo de Edipo y de síndrome de Estocolmo, de subrrealismo realista, de almas falta de cariño, de prostíbulos llenos de gente de bien. El otro once es el de las ilusiones de los locos de las artes, de los que buscan un horizonte inventado y caprichoso, una fuerza unida, la asamblea de las musas que, como el Fénix, renace, una y otra vez, de las cenizas con la necesidad de mostrarse vivos, ilusionados y alternativos ante la atenta mirada del Gran Hermano que los acoge y adopta, la sociedad del otro once de septiembre.
ÁnQuinFer.

Manifiesto Razzia Artis.


Aquello era arena en granos sueltos, un sin fin de cristales de sal, de sal de la tierra, de aquella que, desde los esteros, da sabor y condimenta los mejores platos de aquí, cosa buena, cosa fina que se mueve al son del levante, de allá para acá, deslumbrando bajo el sol, Apolo de nuestra tierra.
Algunas de esas partículas describían siluetas en bellos lienzos plasmando en la tela el arte sublime del que retrata magistralmente con las manos; otros granitos se escaparon del reloj de arena que marca el devenir de los tiempos históricos. Varios de estos trocitos de Cádiz se aglutinaban con similares formando terrones, ligándose y arrimándose a través de rimas, cantándole a la naturaleza tercetos y cuartetas, la poesía se hizo duna y la duna poesía, fue entonces cuando la ciencia quiso transformarse en arte: las balanzas de precisión medían la fuerza de la inspiración, la probetas contenían la furia compositiva y los binomios unieron la belleza con la precisión de las ecuaciones de las letras puras. Las rocas hicieron de butacas y las gaviotas de espectadoras, el tintineo de las jarcias de los barcos de original claqueta en el celuloide de la vida.
Todo estaba dispuesto y conspirando para que el mar bañase la orilla y trajese escenas frescas de teatro, las olas indiscutible atrezzo y la Bahía como escena privilegiada de cada acto.
La música, espuma melódica, cambió la arena seca por la mojada, en la que las huellas de los caminantes que hacen camino al andar tardan mucho en perder su forma. Por fin, llegó el momento, el tiempo de cerrar los ojos de los marineros en tierra y dejar que la brisa de poniente penetre calando entre dos aguas, la del corazón y la de la propia alma a modo de Razzia del Arte. Las Razzias respiran aires de desierto, luz de arguila y jaima de bereber, la escaramuza, el único combate justificable, el de la dignidad humana alcanzada por y para la cultura. Sin embargo, Artis inspira Mediterráneo, sones latinos y antropocentrismo renacentista, raíces ambas de lo que somos, a lo que nos debemos.
Una asociación cultural que pretende ser altavoces de locos, de los bohemios por convicción, de los rebeldes con causas y sin ella, de los políticamente incorrectos, de los transgresores, de piratas que mercadean con musas, del socialmente autorechazado, del que reza, día tras día a San Pericles, de los que van por libres, del que busca y no encuentra, del excluido y que no excluye, del penitente sin pecado, del que tiene por patria los hombros de los amigos, del que ve y oye y quiere ser visto y oído.
Tenemos como única religión el eclecticismo de las artes y el sincretismo de las ideas, el altar de las letras y la liturgia de la palabra escrita, y como ideología el humanismo antropofílico, el amor al ser humano. De presupuesto sólo pretendemos vuestros aplausos, como sede social todos y cada uno de los rincones de esta incomparable ciudad que nos acoge y como única frontera la que no entiende de colores ni de banderas.
ÁnQuinFer.

Amor, amor.


AMADA.

Senos de arena, espalda de duna desnuda,
temperamento de mar profundo,
aliento de brisa, limpio y puro,
nubes de sal recortan el azul intenso de tu pensamiento,
Amada.

Piel de mar y soles de atardecer anaranjado,
suaves colinas recortadas con oro viejo,
dedos hechos de terciopelo,
Caricias que deseo en mi anhelo,
Eres tu mi cielo lo que más quiero,
amada, amada mil veces,
en la eternidad espero,
las columnas que erigen el templo de mis sentimientos.

ÁnQuinFer.

Pizquita de pasado en Silva.


TROCADERO

Ventana de muro de vanos ciegos,
Crisol del día acabado,
Toque de queda del navegante perdido,
Síntesis del naranja, el rosa y el terciopelo,
Mezcla de sal y azúcar en el líquido elemento,
Casitas de pescadores que ya no pescan,
Barquitas bailando al son de las olas,
Ilusión del pincel del padre que te dio vida.
Deleite del que con desasosiego te mira,
Pequeño retal del traje de la Bahía,
Compañero del viajero del sendero asfaltado,
Olor a noche templada y salada de verano,
Atardecer de levante en calma,
Eco de la melodía de aves que te sobrevuelan,
Amor brujo entre dos aguas,
Horizonte que cielo y tierra besa,
Libro en blanco que los sentidos encuentra,
Paisaje de héroes románticos que Patria defendieron,
Testigo mudo de injusticias obreras,
Fuente que esteros alimenta,
Universidad abierta de artistas enmusados,
Trocadero te nombra, pasión te dibuja, admiración te observa y la vida misma te acompaña.
ÁnQuinFer.

Un poco de mí.


MÍRALA

Mírala rodando deprisa, sin prisas,
rodando andando, al trote, al galope,
rodando sin pausas pero sin prisas.
Mírala, detenida, quieta sin moverse,
sorda, muda, parada y ciega,
en silencio, en paz, sin más.

Mírala hacia atrás, lo que antes delante,
hacia después se va, al revés,
sin compás, sin lógica del avanzar.
Mírala caída, sin funcionar,
deshecha por el tiempo,
cenizas de lamento.

Mírala, lo que antes era ya dejó,
la vida sin vida,
vida fue y ahora no.

ÁnQuinFer.