jueves, 16 de julio de 2009

Mi tortuga, galápago hermano.

Mi tortuga, que no es sino un galápago de oreja roja, me inspira cierto mimetismo cinético y, a veces, me da por imitarla cuando come.
Alguien en una tienda ambulante de un pueblo costero me dijo una vez al tocar uno de estos animales de cerámica: -¿sigue usted la filosofía de la tortuga?-, yo para seguierle la supuesta broma le contesté que sí, por su puesto. Ella, ni corta ni perezosa, me afirmó que la seguía al pie de la letra; -Son lentas, duras, pero al final llegan donde se han propuesto-. Que cada cual saque sus propias conclusiones. Al final no compré el adorno con forma de caparazón decidí quedarme con la filosofía que no se toca pero puede llegar a palparse.

ÁnQuinFer.

sábado, 11 de julio de 2009

El otro once de septiembre.


La otra cara de aquel once de septiembre tiene rostro de árbol desangrado por la sierra mecánica, faz de pederasta que no sacia su instinto destructivo, de efecto invernadero derritiendo los hielos milenarios, de abuelo abandonado en la calle de cualquier gran urbe, de corrupción política al son del ladrillo, del tipo de interés que crece para hundir a las familias, de lobo con uniforme que mata al otro con uniforme pero menos lobo, de incomprendido inencajable en la sociedad que lo sustenta, de amor no correspondido, de odio al que viene de fuera buscando el calor de dentro, de gritos y voces que dicen lo mismo y, sin embargo, se enfrentan, tiene rostro de transgénico que muta a la sabia naturaleza, de bulling, de burning, de moving, de niños pequeños con kalasmikóv, de ira profunda de una mártir con cinturón de explosivos, de mafia rusa, chilena o cubana, de puritanismo hipócrita y oportunista, tiene aspecto de dictador amigo y de tirano enemigo, de democracia demagogiada, de rico indiferente, de agua sucia de mares y océanos, de bombilla fundida y nunca repuesta, de cáncer, sida o alzehimer, tiene tintes de película mala, de bestseller que defrauda, del que es esperado y nunca llega, de abandonado o abandonada después de la pasión, de compro por que estoy triste, de adelgazo por imperativo del espejo, de tradición perdida en el tiempo, de pesadilla interminable en una fría noche de invierno, de hombre que mata a su mujer por celos, de muerte en carretera en fin de semana, de hambre en el mundo globalizado, de crucifijo de lujo de oro y diamantes, de megalópolis de rostros desconocidos, de hippie con dinero, de trabajador sumiso, de fiesta sorpresa descubierta en preparación, de complejo de inferioridad, de ególatras egocéntricos egoístas, de complejo de Edipo y de síndrome de Estocolmo, de subrrealismo realista, de almas falta de cariño, de prostíbulos llenos de gente de bien. El otro once es el de las ilusiones de los locos de las artes, de los que buscan un horizonte inventado y caprichoso, una fuerza unida, la asamblea de las musas que, como el Fénix, renace, una y otra vez, de las cenizas con la necesidad de mostrarse vivos, ilusionados y alternativos ante la atenta mirada del Gran Hermano que los acoge y adopta, la sociedad del otro once de septiembre.
ÁnQuinFer.

Manifiesto Razzia Artis.


Aquello era arena en granos sueltos, un sin fin de cristales de sal, de sal de la tierra, de aquella que, desde los esteros, da sabor y condimenta los mejores platos de aquí, cosa buena, cosa fina que se mueve al son del levante, de allá para acá, deslumbrando bajo el sol, Apolo de nuestra tierra.
Algunas de esas partículas describían siluetas en bellos lienzos plasmando en la tela el arte sublime del que retrata magistralmente con las manos; otros granitos se escaparon del reloj de arena que marca el devenir de los tiempos históricos. Varios de estos trocitos de Cádiz se aglutinaban con similares formando terrones, ligándose y arrimándose a través de rimas, cantándole a la naturaleza tercetos y cuartetas, la poesía se hizo duna y la duna poesía, fue entonces cuando la ciencia quiso transformarse en arte: las balanzas de precisión medían la fuerza de la inspiración, la probetas contenían la furia compositiva y los binomios unieron la belleza con la precisión de las ecuaciones de las letras puras. Las rocas hicieron de butacas y las gaviotas de espectadoras, el tintineo de las jarcias de los barcos de original claqueta en el celuloide de la vida.
Todo estaba dispuesto y conspirando para que el mar bañase la orilla y trajese escenas frescas de teatro, las olas indiscutible atrezzo y la Bahía como escena privilegiada de cada acto.
La música, espuma melódica, cambió la arena seca por la mojada, en la que las huellas de los caminantes que hacen camino al andar tardan mucho en perder su forma. Por fin, llegó el momento, el tiempo de cerrar los ojos de los marineros en tierra y dejar que la brisa de poniente penetre calando entre dos aguas, la del corazón y la de la propia alma a modo de Razzia del Arte. Las Razzias respiran aires de desierto, luz de arguila y jaima de bereber, la escaramuza, el único combate justificable, el de la dignidad humana alcanzada por y para la cultura. Sin embargo, Artis inspira Mediterráneo, sones latinos y antropocentrismo renacentista, raíces ambas de lo que somos, a lo que nos debemos.
Una asociación cultural que pretende ser altavoces de locos, de los bohemios por convicción, de los rebeldes con causas y sin ella, de los políticamente incorrectos, de los transgresores, de piratas que mercadean con musas, del socialmente autorechazado, del que reza, día tras día a San Pericles, de los que van por libres, del que busca y no encuentra, del excluido y que no excluye, del penitente sin pecado, del que tiene por patria los hombros de los amigos, del que ve y oye y quiere ser visto y oído.
Tenemos como única religión el eclecticismo de las artes y el sincretismo de las ideas, el altar de las letras y la liturgia de la palabra escrita, y como ideología el humanismo antropofílico, el amor al ser humano. De presupuesto sólo pretendemos vuestros aplausos, como sede social todos y cada uno de los rincones de esta incomparable ciudad que nos acoge y como única frontera la que no entiende de colores ni de banderas.
ÁnQuinFer.

Amor, amor.


AMADA.

Senos de arena, espalda de duna desnuda,
temperamento de mar profundo,
aliento de brisa, limpio y puro,
nubes de sal recortan el azul intenso de tu pensamiento,
Amada.

Piel de mar y soles de atardecer anaranjado,
suaves colinas recortadas con oro viejo,
dedos hechos de terciopelo,
Caricias que deseo en mi anhelo,
Eres tu mi cielo lo que más quiero,
amada, amada mil veces,
en la eternidad espero,
las columnas que erigen el templo de mis sentimientos.

ÁnQuinFer.

Pizquita de pasado en Silva.


TROCADERO

Ventana de muro de vanos ciegos,
Crisol del día acabado,
Toque de queda del navegante perdido,
Síntesis del naranja, el rosa y el terciopelo,
Mezcla de sal y azúcar en el líquido elemento,
Casitas de pescadores que ya no pescan,
Barquitas bailando al son de las olas,
Ilusión del pincel del padre que te dio vida.
Deleite del que con desasosiego te mira,
Pequeño retal del traje de la Bahía,
Compañero del viajero del sendero asfaltado,
Olor a noche templada y salada de verano,
Atardecer de levante en calma,
Eco de la melodía de aves que te sobrevuelan,
Amor brujo entre dos aguas,
Horizonte que cielo y tierra besa,
Libro en blanco que los sentidos encuentra,
Paisaje de héroes románticos que Patria defendieron,
Testigo mudo de injusticias obreras,
Fuente que esteros alimenta,
Universidad abierta de artistas enmusados,
Trocadero te nombra, pasión te dibuja, admiración te observa y la vida misma te acompaña.
ÁnQuinFer.

Un poco de mí.


MÍRALA

Mírala rodando deprisa, sin prisas,
rodando andando, al trote, al galope,
rodando sin pausas pero sin prisas.
Mírala, detenida, quieta sin moverse,
sorda, muda, parada y ciega,
en silencio, en paz, sin más.

Mírala hacia atrás, lo que antes delante,
hacia después se va, al revés,
sin compás, sin lógica del avanzar.
Mírala caída, sin funcionar,
deshecha por el tiempo,
cenizas de lamento.

Mírala, lo que antes era ya dejó,
la vida sin vida,
vida fue y ahora no.

ÁnQuinFer.